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martes, 22 de abril de 2014

Ron




Entré al MAM (Museo Arte Moderno de Río de Janeiro), quería ver en vivo las increíbles esculturas de Ron Mueck, el australiano que realiza perfectas figuras humanas, a tamaño real y a escala, con detalles que sorprenden la vista de cualquiera. Con un poco de imaginación, casi es posible ver a las esculturas respirar y pensar,. imaginar es verlas hablar, es pensar en su historia, es ponerlas en un comienzo y en un fin, es verlas congeladas en el tiempo por un caprichoso creador. 


Auto retrato
AutoRetrato.

Quedé impresionado con la perfección de los detalles: los pliegues en la planta del pie, uñas cortas y otras ligeramente largas, arrugas, pelos, barbas, vellos púbicos, un pene circuncidado, imperfecciones de la edad y el sobrepeso. La textura de la piel invitaba a peñiscar y tener seguridad plena de que se enfrentaba a seres inanimados y no muertos muy bien conservados. 

Mi impresión fue grande al ver algunos espectadores, principalmente  porque también eran muy reales y dudé siempre de su veracidad. Hay quienes miran en detalle y graban la imagen, la idea, el recuerdo, la vivencia fija del pasado. Hay otros que aprecian más la imagen propia en la obra, como si el mezclarse con ella le diera universalmente un valor agregado. Como si debiese probarle a alguien la veracidad de la presencia en el lugar.  "Aquí, yo, pruebo que estuve aquí, por si las dudas, mi cara aquí, mi cara aquí también" 


Hanging Chicken
Hanging Chicken (Photo credit: kMuru)
No pocos de estos personajes (aún dudo de su autenticidad) prestan poca atención a las personas-obras, cumplen el neo ritual de posar, sonreír, mirar al centro, intentar tocar y grabar. Otros apenas miraban los trabajos, pasan raudamente y el acompañante-cómplice grababa la imagen, cada parada en menos de un minuto. Algunos más confiados y audaces se alejaban algunos metros y alzan una o dos manos al aire, abusando del efecto de perspectiva, querían dar a entender que lograban tomar, tocar y apretar la persona esculpida o incluso al pollo semi-degollado que yacía colgado de las patas (naturaleza muerta, bien muerta)



Una chica muy linda, de pantalones cortos y ajustados, cabellos negros y largos, se quitó unos zapatos de tela blancos. Se recostó en el piso frío, y posó y posó, una, dos, cincos fotos, hasta concluir que la escena de ella con los abuelos playeros había quedado perfectamente encuadrada e iluminada, más producto del azar que de la habilidad técnica del cómplice.  Su postura en el piso llamó mi atención, reclinada, de manos apoyadas en el piso y rodillas arriba, tal como una modelo en foto de calendario, en pose de playa, semi desnuda o semi vestida. 

Paparazzis sacan una y diez fotos, no miran, la cámara mira por ellos, siguen al próximo objetivo y siguen el ritual. 
Es el objetivo en sí mismo el grabar, el probar haber estado.  
O el hecho de estar en el lugar es suficiente ? 
No distingo en algunos el disfrutar y el apreciar. Será que el "yo" en el "lugar", vale más que el yo disfrutando y sin pruebas? 

Podría ser que el usar esta prueba en un perfil de alguna red social de moda, vale más que la vivencia misma? 
Algunos días de esos oscuros, creo que en la irracionalidad de accionar en grabar recuerdos más que en accionar en generarlos. 

PS: Una vez escuché a un turista al mostrarme sus fotos con un conocido monumento, "está foto vale mucha plata". Y Pensé: claro, el pasaje de avión, la estadía, el transporte hacía el monumento, la entrada al monumento, efectivamente valía bastante plata, a pesar de ser un cincuentón aburrido y feo con un cristo detrás. 

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